Vivimos en un país que será este año visitado por aproximadamente 74 millones de turistas mientras que en una porción de la misma, que equivale al doble de Bélgica, apenas es habitada por medio millón. La “Laponia del Sur” no deja de ser una premonición de lo que le espera al 80% del territorio de cualquier país mediterráneo.

La irrefrenable actividad humana asociada al desarraigo y  la pérdida del vínculo agrosistémico con el territorio no ha hecho más que generar asimetrías y desequilibrios tanto ecológicos como económicos.

Sin embargo, toda acción tiene una reacción y el agotamiento de los modelos lineales nos llevan lentamente al redil de lo sostenible, de lo coherente. Volver en muchos sentidos.

Esa reflexión que poco a poco vuelve a calar las mentalidades nos va dirigiendo a un turismo vinculado a experiencias más íntimas con el lugar, paisaje y paisanaje que se visita. Se habla de vivencial como si el individuo quisiera recuperar aquellas capacidades que le van a conferir esa resiliencia que probablemente pueda necesitar más adelante.

La desaceleración de la economía se está sincronizando con los ritmos de vida y el ocio se convierte de nuevo en descanso más allá de un escaparate de estatus.

Actualmente el turismo rural en España supone un 27% del total del mercado con una clara tendencia al alza, cifra muy reseñable en un sector donde predomina la baja estofa, con independencia de entornos con mucho mayor potencial que se convierten tanto en decorado como vertedero.

El mismo potencial que empiezan a detectar muchas familias cuando se percatan de fincas e inmuebles vacíos en el pueblo al que dejaron de acudir y de su potencial como alojamiento rural. La caída de ingresos hace que se reconsideren de nuevo como activos y como focos de nueva actividad en tiempos donde el empleo escasea, al contrario que el trabajo.

La foto fija nos indica un mayor reto en la profesionalización de los que se incorporan al sector, de la incesante innovación que nos hará competitivos más allá de coyunturas favorables, y no sólo nos referimos a implantación de TICs. Huelga la necesidad de internacionalización del nicho – siendo sólo un 7% del turismo internacional – cuyo mayor escollo sigue siendo exteriorizar convenientemente una oferta atractiva.

De nuevo volvemos a la Iberia vacía, todavía poco consciente de lo que puede mostrar, de la singularidad y la autenticidad de sus recursos turísticos, a menudo únicos. Cada experiencia de usuario se convierte en un regalo y los factores de arrastre (deportivos, faunísticos, saludables, históricos…) hacen que ese turismo sostenible, lento, amigable e integrador pueda ser un catalizador que revitalice estos territorios agonizantes, necesario pero no suficiente. Se transforman las simples estancias en experiencias vivenciales completas gracias a las actividades de ecoturismo adecuadas.

La puesta en valor puede empoderar a las poblaciones locales para ir completando las piezas del puzzle, apostando por un desarrollo inclusivo centrado en las personas a partir de los recursos endógenos.

Emprender en el medio rural se convierte no sólo en un ilusionante, saludable pero titánico y a veces desalentador proyecto de vida; también es un ejercicio de equilibrio social y ambiental que nos prepara para la economía que viene.

El Instituto Superior de Medio Ambiente (ISM) presenta una nueva edición del Curso Online de Puesta en marcha de alojamientos turísticos rurales y actividades de ecoturismo con la intención de planificar y dar forma este tipo de negocios. A lo largo de las 120 horas lectivas se facilitará al alumno la información y herramientas necesarias para poder elaborar el Plan de Negocio y las instrucciones para ponerlo en marcha consiguiendo los recursos materiales, humanos y financieros necesarios.